LA REVELACIÓN DEL AMOR DE DIOS

A lo largo de la Biblia escuchamos estas maravillosas palabras habladas por muchos de los siervos de Dios: “Tu Dios es misericordioso, amable, lleno de gracia, pronto para perdonar, lleno de misericordia, lento para la ira”. Estas palabras sobre la misericordia de Dios son recitadas vez tras vez por grandes hombres como Moisés, Jonás, David, los profetas y el apóstol Pablo (ver Éxodo 34:6, Deuteronomio 4:31, Jonás 4:2, Joel 2:13, Romanos 2:4).
Algunos cristianos pueden sorprenderse al saber que Moisés habló de la misericordia de Dios. Después de todo, Moisés fue conocido como el dador de la Ley, al entregar severas amonestaciones sobre la obediencia a la Ley de Dios. Él advirtió a la gente que, si se rehusaban a andar en justicia, serían juzgados.
Sin embargo, Moisés también tuvo esta gran revelación acerca de la misericordia del Señor. ¿Cómo aprendió sobre este aspecto de la naturaleza de Dios? El Señor se lo reveló en la nube de su presencia:
“Y Jehová descendió en la nube, y estuvo allí con él, proclamando el nombre de Jehová. Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado” (Éxodo 34:5-7, énfasis añadido).
Aun cuando Moisés predicaba advertencias sobre el juicio, él siempre recordaba este importante aspecto del carácter de Dios. De hecho, Moisés instó al pueblo: “Cuando estuvieres en angustia, y te alcanzaren todas estas cosas, si en los postreros días te volvieres a Jehová tu Dios, y oyeres su voz; porque Dios misericordioso es Jehová tu Dios; no te dejará, ni te destruirá, ni se olvidará del pacto que les juró a tus padres” (Deuteronomio 4:30-31).
Esto es lo que el Señor está diciendo esencialmente acerca de sus interacciones con nosotros en nuestro fracaso: “Echa una mirada a mi registro, de cómo he tratado con mis hijos. Ellos me han fallado una y otra vez, pero luego clamaron, se acercaron a mí. Y mi corazón se conmueve por las lágrimas de todos mis hijos. Cuando ellos regresan a mí, soy movido a compasión. Esa es mi naturaleza. Me conmueve el sentimiento de sus debilidades”.